El TDAH en mujeres no es como el de los libros, pero igual afecta en muchos sentidos
- Neurohealth RD
- 4 ago
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Durante años, vi a muchas mujeres esforzarse al límite sin saber por qué todo parecía costarles más. Hacían listas, se proponían nuevas rutinas, se prometían que ahora sí, pero al poco tiempo volvían al mismo ciclo de olvido, frustración y culpa. Lo que no sabían (y muchas aún no saben) es que detrás de ese caos silencioso podía haber algo más que desorganización: podía haber TDAH.
Porque sí, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad también ocurre en mujeres. Solo que casi nunca se ve como en los libros. Ni como en las películas. Ni como en los niños inquietos que interrumpen la clase. En mujeres, el TDAH suele tomar otra forma. Más sutil, más silenciosa, más agotadora.
Cuando el diagnóstico llega tarde (pero el cansancio lleva años)
La mayoría de mis pacientes mujeres con TDAH han vivido toda su vida sin saber que lo tenían. Algunas fueron buenas estudiantes, aunque con mucho esfuerzo. Otras se cambiaban de carrera, de trabajo o de pareja con una sensación constante de insatisfacción difusa. Muchas no fueron diagnosticadas porque "no daban problema". No interrumpían, no se subían a las mesas, no eran disruptivas. Pero por dentro, había una hiperactividad mental incesante: mil pensamientos a la vez, ansiedad por no cumplir con todo, miedo a fallar, dificultad para organizarse, olvidos constantes, sensibilidad emocional extrema.
A menudo, el diagnóstico no llega hasta la adultez. Hasta que algo colapsa. Hasta que ya no pueden más.
¿Cómo se ve el TDAH en mujeres?
La respuesta corta: No siempre se ve, se siente.
Y se siente así:
Como estar mentalmente exhausta aunque no hayas hecho nada físico.
Como sentirte inferior a otras mujeres que parecen tener todo bajo control.
Como olvidar citas, tareas o conversaciones importantes y luego atormentarte por eso.
Como procrastinar incluso cosas que te importan, y odiarte por hacerlo.
Como tener mil ideas geniales que nunca logras concretar.
Como vivir con el ruido interno de la culpa, porque nada es suficiente.
Como necesitar estímulos constantes para no aburrirte, y agotarte por eso.
Como pasar de la euforia a la tristeza en cuestión de horas.
¿Te suena? A muchas también.
La otra cara del TDAH
Una mujer con TDAH no diagnosticado suele oír cosas como:
“Eres muy distraída.”, “Si fueras más organizada…”, “Siempre estás en otra parte.”, “No terminas lo que empiezas.”, “Es que tú eres intensa.”, “Ponte las pilas, que ya no eres una niña.” o “¿Cómo se te pudo olvidar eso otra vez?”.
Y lo que ocurre es que en lugar de buscar ayuda, muchas empiezan a sobreadaptarse para sobrevivir. Se esfuerzan el doble, planean cada detalle, revisan veinte veces una tarea, anotan todo en libretas que después pierden. Y aún así, sienten que no dan la talla. Y a veces, cuando ya no pueden más, el cuerpo lo dice: insomnio, ansiedad, depresión, fatiga, irritabilidad, problemas gastrointestinales, ciclos de burnout.
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Entonces… ¿cómo saber si es TDAH?
Nadie puede autodiagnosticarse con certeza. Pero hay patrones que, cuando se repiten y afectan tu funcionamiento diario, merecen una evaluación profesional.
Algunos de ellos son:

Dificultad persistente para organizarte, priorizar o cumplir con tareas.
Sensación de estar desbordada por cosas pequeñas.
Olvidos frecuentes, incluso en temas importantes.
Cambios de humor marcados o reactividad emocional intensa.
Impulsividad (en gastos, decisiones, relaciones).
Baja tolerancia a la frustración.
Ciclos de hiperproductividad seguidos de parálisis.
Sensación de no cumplir con “lo que se espera de ti como adulta”.
Una historia académica o laboral con altibajos inexplicables.
Pero sobre todo, si has sentido que hay algo en tu forma de funcionar que siempre te ha hecho sentir distinta o insuficiente, y eso te está agotando, tal vez no sea solo un rasgo de tu personalidad. Tal vez haya una base neurológica que aún no ha sido comprendida ni nombrada.
El diagnóstico no es una etiqueta, es un mapa
Reconocer que hay algo más allá de la voluntad o la pereza es liberador. No porque te defina, sino porque te organiza. Un diagnóstico bien hecho no es una caja ni una excusa. Es una brújula. Te permite entender qué te pasa, por qué te pasa y qué herramientas necesitas.
Porque no, el TDAH no es solo una dificultad para poner atención. Es una condición que afecta las funciones ejecutivas del cerebro: la capacidad para planificar, organizar, regular emociones, tomar decisiones, y mantener la constancia en lo que te importa.
Y en mujeres, todo eso se complica con una vida que muchas veces exige que seas cuidadora, productiva, equilibrada, disponible… todo a la vez.
¿Qué se puede hacer?
La buena noticia, es que si hay mucho por hacer. El tratamiento del TDAH en mujeres incluye, según cada caso:
Evaluación clínica y neuropsicológica especializada.
Intervención psicoterapéutica, con abordajes centrados en funciones ejecutivas y regulación emocional.
Intervención psiquiátrica si hay síntomas asociados como ansiedad, insomnio o fluctuaciones del ánimo.
Técnicas de organización personalizada.
Trabajo sobre la autoestima, los patrones de autoexigencia y la narrativa interna.
Y sobre todo, compasión consigo misma.
Porque durante años te dijeron que tenías que poder sola. Pero no. Nadie tiene que poder sola con todo.
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Por favor, ¡deja de juzgarte!
El TDAH en mujeres no siempre se nota, pero si se siente. Y ¿sabes algo? En realidad lo que necesita es ser atendido, no juzgado, es decir, no debe tratarse con más exigencia, sino con comprensión y ciencia y cuidado.
Si algo de esto resuena contigo, quiero que sepas que muchas de mis pacientes me han dicho después de su evaluación:“Ahora todo tiene sentido.”
¿Crees que podrías tener TDAH o te ves reflejada en estas palabras?
En NeuroHealth contamos con evaluaciones especializadas para adultos con síntomas compatibles con TDAH. Puedes escribirnos para agendar una consulta o simplemente hacer tus preguntas.
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