Ser hombre no significa estar bien
- Neurohealth RD
- 22 jul
- 4 Min. de lectura

La enfermedad mental en hombres existe, aunque la sociedad siga negándola.
Basta observar con atención para darse cuenta que muchos hombres no están bien. No descansan, no se sienten en paz, no logran poner en palabras lo que llevan por dentro.
Desde jóvenes se les enseñó a aguantar, a rendir, a no “dar problema”. Y así aprendieron a funcionar, incluso cuando por dentro se están desbordando.
La salud mental en los hombres no suele gritar, más bien se guarda, se convierte en mal humor, en cansancio constante, en ganas de estar solo. Se disfraza de fuerza, pero en realidad es desgaste.
Algo no está bien (aunque nadie lo note)
La depresión en los hombres casi nunca se ve como en las películas.
Pero cuando un hombre comienza a sentir que disfruta nada, todo molesta, explotar por cualquier cosa, o simplemente se va arrastrando en el día a día como si fuera en automático, definitivamente ¡Algo no está bien!
Pero ese malestar suele esconderse bajo las frases típicas: “eso no es nada”, “se me pasará”, o “así soy yo”. O si vienen de parte de un tercero, se disfrazan de críticas o bromas: “estás insoportable”, “pareces un viejo gruñón”, “tú siempre estás en lo tuyo”. El problema es que esas señales, lejos de despertar apoyo, suelen invalidarse o normalizarse.
Lo mismo pasa con la ansiedad. Muchos no sienten miedo, pero sí una tensión que no se va, el cuerpo en alerta, el sueño cortado, el pecho apretado. Pero como no es una ataque de pánico franco, lo llaman “me siento acelerado”, “no puedo parar de pensar”, o “ando como con una presión encima” y pasa desapercibido, de hecho llegan a creer que es parte del carácter, del ritmo de vida, del “así soy yo”.
Y mientras tanto, el cuerpo habla: dolores musculares, problemas gástricos, palpitaciones, dificultad para concentrarse. Pero incluso ahí, muchos hombres siguen adelante sin detenerse, porque pedir ayuda se ha asociado con rendirse, cuando en realidad es todo lo contrario, porque como no se habla de esto, se aprende a vivir con la incomodidad como si fuera normal y eso es extremadamente peligroso.
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Lo que dicen las cifras (y lo que no se cuenta)
Los hombres son mayoría en las cifras de suicidio, en los accidentes relacionados con alcohol y en el uso problemático de sustancias.
También son mayoría entre quienes nunca han puesto un pie en consulta psicológica.
En República Dominicana, los datos son claros: hay más hombres en emergencias por crisis, pero menos en terapia.
Llegan cuando ya no pueden más. Cuando explotan, se enferman o están a punto de perderlo todo.
Y muchas veces, la violencia también entra en esa ecuación. No solo como víctimas de entornos hostiles o infancias marcadas por la dureza, sino también como quienes ejercen violencia.
Problemas emocionales no atendidos, impulsividad, traumas arrastrados y una nula educación afectiva son, en muchos casos, el punto de partida de agresiones hacia la pareja, la familia o incluso de actos homicidas.
No porque la salud mental excuse la violencia, sino porque muchas veces es el terreno donde germina el daño no resuelto.
Y no es porque no les pase nada. Es porque no les enseñaron qué hacer con lo que les pasa y con lo que sienten.
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¿Qué necesita un hombre para pedir ayuda?
¡Nada! No necesita tocar fondo, no necesita estar hecho pedazos. Solo necesita un espacio donde no tenga que actuar, donde no tenga que demostrar, un espacio donde pueda hablar sin sentir que pierde algo por hacerlo.
Pedir ayuda, en este caso, es asumir responsabilidad. Es decir: “esto no me está funcionando, necesito otro camino”, por mi bien y por el de los que me rodean.
Y eso, aunque para nuestra cultura resulte contradictorio, es lo más valiente que un hombre puede hacer por sí mismo.
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Aprender a leer el malestar masculino
Cuando un hombre se aísla, se irrita con facilidad, se siente vacío o vive con el cuerpo en tensión constante… algo está pasando.
No siempre lo va a decir, porque a veces ni siquiera lo tiene claro; pero está ahí: en su forma de dormir, de comer, de reaccionar, de evitar.
Atender la salud mental masculina no es pedirle que se vuelva alguien que no es, es ayudarlo a entenderse mejor, a gestionar lo que siente, a romper con patrones que lo están lastimando más de lo que lo están protegiendo.
Para ti hombre que lees esto, no se trata de llorar en público, sino de dejar de cargar solo con todo. Y para ti, esposa, madre, hija, amiga, que identificas a un ser querido con estos síntomas no minimices lo que ves. No lo excuses con que “así ha sido siempre” ni te acostumbres a su distancia como si fuera normal. A veces, la forma de amar a un hombre es invitarlo (con respeto y sin juzgar) a hablar, a pausar, a buscar ayuda.
Porque detrás de su silencio puede haber dolor. Y detrás de su mal humor, un grito ahogado. No esperes a que colapse para entender que también necesita cuidado.
La salud mental no es un tema “de mujeres”. Es un asunto humano. Y todos merecen sentirse bien consigo mismos, no solo sobrevivir.Acompañar no es empujar, es abrir un espacio donde también él se sienta seguro para dejar de fingir que todo está bien. Porque lo que sabemos en Neurohealth es que, muchas veces, el primer paso para mejorar es que alguien te diga: Tranquilo, no tienes que poder solo con todo.
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